Ascensión al Diente de Alba
Diente de Alba . 27 de junio de 2009. 3139 m. Diario de la ascensión.
Descargar GPS o ver en Google Earth en http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=521650.
Empezamos nuestra preparación para la ascensión al Mont Blanc, que pretendemos hacer la segunda semana de Agosto. Aunque esta primavera hemos realizado pocas ascensiones, debido a diferentes motivos, nos quedan seis semanas para prepararnos física y mentalmente, aunque como se verá, no se nos va a poner fácil.
Nuestra idea era pasar el fin de semana en Benasque, donde estamos rodeados de tresmiles, tantos que no estamos seguros de qué ascensión elegir. Finalmente nos decantamos por una ruta que cruza el glaciar de las Maladetas (así practicamos con crampones y piolet), para subir al Diente de Alba, y algunas de las Maladetas: pico Mir, pico Sayó y pico Cordier. Como la predicción metereológica ha dado lluvia para la tarde, vamos “con todo”, es decir, con las mochilas bastante pesadas. Nos levantamos antes del amanecer en el Hospital de Benasque, y nos encontramos con la primera sorpresa – no agradable – del día: esa misma noche han cerrado la pista de acceso a la Besurta, con lo que debemos hacer a pie los 50 minutos que pensábamos ahorrarnos con el coche. Apretamos el paso porque aunque el día es largo, no sabemos cuántas horas nos llevará la ascensión prevista.
Una vez en la Besurta (1.920m), emprendemos sin parar la subida al refugio de la Renclusa (2.140 m), donde la gente se empieza a levantar cuando pasamos por delante, también sin detenernos, y tomamos un sendero a la derecha que cruza y luego sigue el riachuelo que procede del deshielo del Glaciar de Maladeta. Tras un rato de agradable subida, llegamos a una zona abierta enorme, donde la ruta del GPS nos hace dudar si hacia la derecha (una pendiente impresionante) en la que vemos a otros dos montañeros bastante atascados, o hacia la izquierda (lleno de cantos rodados inmensos, sin camino ni mojones visibles). Nos decantamos por el 1º, y con buen ritmo ascendemos la ladera. Aún no hemos parado, y las fuerzas comienzan a escasear cuando llegamos a 2700 metros. Los 2 montañeros cuya pista seguíamos se han desviado hacia la derecha, y realmente nos encontramos un poco despistados entre tantos picos parecidos, sin saber realmente cuál es nuestra meta. Otro fallo del día es que hemos olvidado el mapa de la zona, porque la ruta que hemos descargado del Wikiloc en el GPS resulta bastante confusa. De hecho, la vamos abandonando poco a poco, dejándola a nuestra izquierda, conforme vamos siguiendo los hitos que nos guían por el centro del glaciar. A 2.950 metros llegamos a la parte alta del glaciar, pero la pared de roca que se nos muestra delante, y que creemos que es una de las Maladetas, se muestra infranqueable; demasiado vertical y resultando peligroso con las mochilas y sin cuerdas, volvemos a bajar al borde del glaciar, y replanteamos la situación.
Tras un rato de dudas, intentamos ir hacia la izquierda para retomar la ruta del GPS, más fácil de decir que de hacer debido a la gran inclinación de la pared del glaciar, y al acercarnos a la ruta, de nuevo intentamos otro ascenso, esta vez sin mochilas. Llegamos a 3.050 metros al hombro de un pico (que luego sabríamos que era el pico de Alba, pero que en ese momento no lo sabíamos), pero al no encontrar ningún sendero ni hito ni un indicio de cresta para pasar a los siguientes picos, decidimos volver a bajar. Llevamos 1 hora dándonos una paliza de subir y bajar, poner y quitar crampones, y seguimos completamente despistados, y un poco desanimados. Se ha hecho la 1 del mediodía y debemos ir decidiendo si seguir o bajar.
Finalmente desandamos parte del camino por el borde del glaciar, y luego descendemos por el hielo hasta el centro de la caldera, y allí nos encontramos de nuevo con la senda del GPS. Eso sí, hemos perdido unos 100 metros de altitud, y otra vez debemos subir la empinada pendiente de hielo. Poco a poco y zigzagueando, nos encontramos debajo del Diente de Alba. Son las 13:40, y tras un momento de duda atacamos la durísima pendiente. Cuando llevamos la mitad, podemos quitarnos los crampones y dejar las mochilas, y rápidamente nos lanzamos a escalar las resbaladizas rocas, lo cual resulta muy peligroso, ya que continuamente se van soltando piedras y rocas; menos mal que estamos solos, como todo el día, y nadie puede resultar herido. Así, en una media hora llegamos a la cima, azotada por el aire y que, como se verá en la foto, es un rocoso picacho puntiagudo en el que apenas podemos poner la cámara. Además, las piedras son bastante inestables y la caída hacia el glaciar pone los pelos de punta. Son 3.139 metros, casi como el Taillón, pero la paliza ha sido mucho mayor. Esta zona granítica de las Maladetas se hace más difícil, tanto por lo empinado de los 300 metros finales, como por la naturaleza del terreno, todo canchales de piedra suelta que te hacen resbalar y que no paran de soltarse. Enseguida bajamos de la inhóspita cima, pero…., nos hemos dejado 1 piolet arriba: otra vez a subir! Vaya paliza.
Descendemos hasta las mochilas, y allí por fin nos tomamos un respiro y comemos lo primero desde las 6 de la mañana. Nos hacía falta un poco de gasolina, porque la paliza ha sido de órdago, y aún queda toda la bajada.
Nos calzamos los crampones para descender el glaciar, pero al ser tan empinado… nos caemos los dos resbalando, y debemos parar la caída con el piolet, varias veces. Quién iba a esperar hacer prácticas de autodetención aquí. Cuando llegamos a la parte baja resulta todo más sencillo, aunque aún metemos alguna vez la pierna en la nieve en algún agujero que no esperábamos. Pronto hemos descendido todo el glaciar, y nos tomamos otro descanso al quitarnos definitivamente los crampones, que hoy sí que han trabajado mucho. Ya más tranquilamente desandamos el camino conocido hasta la Renclusa, donde no paramos porque parece la plaza del Pilar, lleno de gente hasta arriba.
Pero lo malo está por llegar: cuando faltan 5 minutos para llegar a la Besurta, Pedro se tuerce su lastimado tobillo derecho, con el resultado de un esguince fuerte, que nos obliga primero a esperar el autobús de regreso a los Llanos del Hospital, luego a cancelar la ascensión del domingo, y por último a intentar recuperarlo lo más rápido posible para continuar la preparación y poder llegar al 9 de Agosto en condiciones de ascender el Mont Blanc: nuestro objetivo.
De todos modos, ha sido un día bonito, en el que hemos estado varias horas a 3000 metros sin problemas y ha servido bien de entrenamiento, además de divertirnos mucho bajando el glaciar. Al final, 19 km andando, y 1434 metros de desnivel positivo acumulado.