Encubado

Tras fermentación alcohólica
Tras fermentación maloláctica

El análisis cromatográfico indica que la fermentación maloláctica ha finalizado en el vino yema, con todo el ácido málico transformado a láctico por la acción de las Oenococcus oeni que el enólogo Per sembró tras la fermentación alcohólica.

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Ha sido un mes en el que hemos mantenido el vino en inoxidable con ausencia de oxígeno y temperatura controlada a veinte grados centígrados, con seguimiento frecuente de la transformación.

Así que en un fin de semana de borrasca subimos a preparar el vino para la siguiente fase.

En cosechas anteriores, cuando la viña era aún joven, la mezcla del vino flor o yema con el vino prensa era necesaria para aportar color y taninos al primero. Las cepas no tenían la madurez, la profundidad de raíces, ni el tallo necesario para aportar a las uvas la savia, los minerales y la materia orgánica necesarios.

Tras nueve años de desarrollo, el vino flor tiene la suficiente estructura, cuerpo y taninos, para seguir solo el camino hasta la botella, por lo que decidimos encubarlo sin adición de vino prensa, que aunque posee un color muy profundo, también tiene una astringencia muy potente y tonos herbáceos que no nos convencen, así que lo dejaremos separado en inoxidable y veremos si evoluciona los próximos meses, cuando decidiremos si agregamos algo al de la cuba o no.

Nuestro vino yema es un vino potente, de color intenso, y con un fuerte aroma a fruta.

Pasará los próximos seis meses en cubas de roble americano, para aportar aromas a cacao y ahumados a la potente fruta que se aprecia en el vino de este año.

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