Ascensión al Mont Blanc
Mont Blanc . 9 al 14 de agosto de 2009. 4810 m.
08/08/2009 : Día 0. Zaragoza – Chamonix.
Ya ha pasado más de 1 año desde que descendimos de la cima del Kilimanjaro, y aunque hemos continuado frecuentando nuestro querido Pirineo, y probando cosas nuevas (raquetas, tramos de escalada fáciles,…), no esperábamos tener la oportunidad de afrontar otra gran montaña.
Sin embargo, repentinamente en Junio nos surge la ocasión de disponer de 1 semana de vacaciones –totalmente inesperadas- en Agosto. Así que sin perder un minuto nos apuntamos al Curso de Ascensión al Mont Blanc de Le Pays d’en Haut, una agencia de guías de montaña de Chamonix cuya web teníamos muy estudiada. Su programa de aclimatación y ruta de ascenso están muy bien pensadas y nos ofrecían muchas posibilidades de éxito, como más tarde se confirmó.
Así que con menos preparación física y tiempo que para nuestra aventura africana, nos lanzamos a la experiencia de alpinismo. Mención especial merecen nuestras mujeres, a las que agradecemos su comprensión y paciencia con nosotros y nuestra afición.
Salimos el sábado 8 de Agosto a las 6 de la mañana para recorrer las 12 horas y 1100 km que nos separan de Chamonix. Viaje algo accidentado, 1º por encontrarnos con un aduanero francés suspicaz (“nationalité??), 2º por casi dejarnos tirados el coche al poco de pasar la frontera con Francia (se suelta la sirga del acelerador, y la tenemos que atar con un cordón de bota)
, y más tarde por encontrarnos con 2 bouchons (que es como llaman en francés a los atascos monumentales a 40 ºC que te tienen 2 horas parado en una autopista de 4 carriles). Sin más contratiempos llegamos a Chamonix, con el tiempo justo para comprar pan y preparar los bocatas para mañana. Justo enfrente de la ventana del hotel
vemos un glaciar y el Mont Blanc de fondo: vaya sitio bonito.
09/08/2009 : Día 1. Chamonix – Mar de hielo – Refugio Albert I.
Descargar GPS o ver en Google Earth en http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=519689
Hemos quedado con nuestro guía Pierre a las 7 en la estación de Montenvers, y con otra pareja de Barcelona, Diego y Raquel, con los que compartiremos el cursillo. Dejamos parte del material en los coches, y con lo mínimo (crampones, arnés, cuerda y agua, que a partir de este momento nos van a acompañar hasta en las literas) tomamos el primer tren que sube a la Mer de Glace. Se trata de un glaciarencajonado entre grandes paredes verticales
, que según cuenta nuestro guía hacen las delicias de los escaladores alpinos: el Dru, les Grandes Jorasses, y un montón de agujas verticales.
El propósito de pasar la mañana en el glaciar es aprender técnicas de uso correcto de piolet y crampones, aunque como Pierre nos deja entrever, es para ver qué tal forma y técnica tenemos. El descenso hasta el hielo por las escaleras verticaleshace interesante el comienzo, y luego disfrutamos mucho entre las grietas,
donde subimos y bajamos de frente, de lado hacia atrás, usando las puntas frontales de los crampones,
… vamos, de todas las maneras posibles. También aprendemos a fijar tornillos de hielo y a descender asegurados con cuerda.
Tras más de 3 horas así, que se hacen cortas, tenemos que volver al tren, descender al valle y desplazarnos al pueblo de Tour, donde hacemos las “mochilitas” para los 3 días de travesía, y tomamos 1º un telecabina y luego un telesilla para llegar al collado de Dome. Desde allí, por un sencillo camino que bordea un glaciar, nos encaminamos hacia el refugio de Albert I (2.900 m), mientras el cielo se va cerrando. Llegamos justo cuando empieza a llover, así que no tenemos oportunidad de estrenar los pantalones impermeables, que han viajado mucho, pero sin tener que usarlos hasta ahora.
Nos acomodan en el refugio, en una habitación con 24 literas y una ventana, que aunque Raquel se empeñe en cerrar, tenía que estar abierta para no morir asfixiados durante la noche. Aunque el refugio está un poco viejo, la cena es muy buena, y la charla nos permite conocernos. Hemos tenido mucha suerte con la compañía y con nuestro guía, un auténtico profesional de la montaña y del trato personal (“una preguntita”).
Iríamos con él a cualquier pico, pero no a escalar a Riglos, Pierre.
10/08/2009. Día 2: Refugio Albert I – Petit Fourche – Refugio de Trient
Descargar GPS o ver en Google Earth en http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=519700
Amanecer muy gris y completamente cubierto, como la predicción nos decía. Bajamos al glaciar y nos calzamos arnés, crampones, bastón y piolet, más el goretex porque empieza a llover. Así emprendemos la cordada la travesía del día, hacia la Petite Fourche y el refugio de Trient. Exigentes pendientes de hielo, y alguna que otra grieta. Es una forma diferente de andar a la que estamos habituados, ésta de llevar una cuerda de 10 metros entre cada uno de nosotros. Cuando coronamos el glaciar dejamos las mochilas al pie del pico, y subimos una dura pendiente de hielo duro (esculpiendo peldaños con el piolet), para acabar trepando los últimos metros de roca de la Petite
Fourche (pequeña horca): 3.520 m!
Con un esfuerzo relativamente pequeño, estamos más altos que el techo del Pirineo, y rodeados de picos mayores a todas caras. Desde luego esto es otra historia.
Descendemos asegurados por tornillos de hielo, y entonces hay que descolgarse por una ladera
para bajar al circo de Trient. Resulta algo más complicado de lo previsto, al haber una pequeña grieta a mitad de la bajada:
como Pierre va soltando cuerda sin parar, no da tiempo a saltarla, y Pedro casi se va dentro
Bueno, un poco de adrenalina no viene mal, especialmente para abrir el apetito, así que nos comemos el bocata, aprovechando que el cielo se va despejando. Así, aparece el sol, cambiando de repente el paisaje de gris a blanco total a nuestro alrededor, y el refugio de Trient (3.170 m) justo enfrente. Cuando llegamos al pie del refugio y nos desatamos, resulta que estamos en Suiza, y en una cresta a 100 metros tenemos cobertura para llamar a la familia! Esto sí que es civilización!.
El refugio está mucho mejor que el anterior, con una zona del comedor totalmente nueva, los baños y los dormitorios mejores, y la cena igual de buena: sopa (doble ración para Carlos), y estofado con arroz y manzana asada de postre. Así no vamos a adelgazar ni un kilo, pero es que hace falta echar gasolina a nuestro motor. Como dice Pierre, estamos haciendo un montón de glóbulos rojos, y tiene razón, con estas 3 noches a 3000 metros, estamos aclimatando muy bien, y será algo fundamental para llegar muy fuertes a la ascensión, y sin ningún síntoma de mal de altura.
11/08/2009. Día 3. Refugio de Trient – Vuelta a las agujas Doradas – Refugio de Trient.
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Como vamos a dormir otra noche en Trient, dejamos todo lo que no vamos a necesitar, y con mochillas “ligeras” nos encaminamos hacia las Aiguilles Dorées. Un trecho de subida por el glaciar hacia su parte izquierda nos lleva a un collado donde se abren ante nosotros los Alpes suizos, bajo un mar de nubes. El Grand Combin
preside la preciosa vista
, y al fondo se nos muestra el Cervino. Descendemos del collado hasta un refugio sin guarda donde hacemos en un descanso. Es asombroso lo bien cuidado y perfectas condiciones en las que está, para no tener guarda.
Emprendemos de nuevo la marcha, para volver a ascender hacia las Dorées por su parte opuesta, rumbo
a la Ventana de Saleina. Trepada fácil, sólo complicada por el terreno de gravilla suelta; subimos con los crampones, evitando riesgo de resbalar.
En la ventanaalmorzamos y disfrutamos del paisaje blanco que nos rodea en este espléndido día
De regreso hacia el refugio, encontramos una grieta idónea donde practicar las técnicas de rescate. Primero cómo preparar correctamente un anclaje en nieve con el piolet,
y después, una vez colgada una mochila en el vacío y comprobar que no se podía subir de nuevo a pulso, la colocación de autoblocantes y poleas para conseguir reducir la fuerza necesaria para subirla. Una vez hecho esto, colgamos a Carlos
(2 veces)
dentro de la grieta (de la que afirma que no veía el fondo), y practicamos de nuevo la instalación de los elementos necesarios. Vamos, que hay que llevar un montón de peso en hierros, pero que en alpinismo son vitales para el rescate; las grietas abundan, y su número aumenta en los últimos años con el deshielo. En muchas ocasiones están tapadas por nieve, por lo que el riesgo de caer dentro de una de ellas es más que real, y de ahí la necesidad de llevar el material y conocer estas técnicas.
De vuelta en Trient, tenemos la tarde librepara tomar unas cervezas
, relajarnos
y practicar los nudos de alpinismo que nos enseña Pierre. Pronto a dormir,
que mañana madrugamos.
12/08/2009. Día 4. Refugio de Trient – Aguja de Tour – Refugio Albert I – Chamonix
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Nos levantamos a las 4 de la mañana, para salir a las 5 del refugio tras un buen desayuno. Nuestro objetivo es hacer cima en la aguja de Tour, y descender hasta el punto de partida el primer día y llegar a mediodía, para tener toda la tarde para descansar.
Salimos encordados y con los frontales, siempre glaciar arriba, a un ritmo muy tranquilo; Pierre quiere economizar fuerzas. Cuando tras un par de horas llegamos donde el hielo deja paso a la roca, el amanecer nos obsequia con una preciosa vista.Ya con luz, dejamos las mochilas en el hielo y trepamos fácilmente
las enormes rocas características de esta zona, para coronar a 3.542 m la Aiguille du Tour. Vista privilegiada del Mont Blanc desde su cima
Descendemos rápidamente, adelantando otras cordadas, incluso en un embudo algo delicado por la cantidad de piedras que se desprenden al paso de la gente. Desandamos desde allí el glaciar que ascendimos el día 2, y tomamos un descanso en el refugio Albert I.
Desde allí, en poco más de una hora retornamos al telesilla y …. al valle!!
Otra vez a 1000 metros, y al hotel a descansar. Damos una vuelta por Chamonix, cenamos algo rápido, y a dormir.
13/08/2009. Día 5. Teleférico Aiguille du Midi- Refugio Cosmiques
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Madrugamos a las 6, con el fin de pretender dormir algo por la noche en Cosmiques. Preparamos bocadillos para el día siguiente, y vamos de compras a pasar la mañana en Chamonix. Plato de espaguetis, y a las 16 horas nos reunimos con el resto del grupo en el teleférico de la Aiguille du Midi, donde se nos une Christophe, el otro guía.
El teleférico es alucinante, pasamos de 1000 a 3800 metros en 8 minutos, en cabinas de 75 personas. Una vez allí, nos equipamos en la “salida de alpinistas”, y nos distribuimos en 2 cordadas: Diego y Raquel con Christophe, y Carlos y Pedro con Pierre. Hay que descender una cresta por una estrecha arista helada
hasta el refugio de Cosmiques, a 3.600 metros, que al principio se nos oculta tras una espesa nube. Llegamos y nos instalamos en el refugio, muy nuevo, muy cómodo, muy lleno. La vista del Tacul y sus empinadas pendientes nos anticipa lo que nos espera esa noche. Pierre nos explica que la ascensión desde Cosmiques es más dura y larga que la “normal” desde Gouter, ya que hay que subir primero el Tacul, seguidamente el Maudit, y después el MontBlanc. Cenamos a las 19, y enseguida a la cama, a intentar dormir.
14/08/2009. Día 6. Refugio Cosmiques – Mont Blanc – Chamonix
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Acordamos levantarnos a la una y media de la mañana, porque a la una habrá demasiado jaleo de gente nerviosa desayunando y equipándose. Sin embargo, desde la una ya estamos despiertos. Pierre tenía razón, desayunamos, nos proveemos de té caliente y nos equipamos mucho más tranquilos cuando casi todo el mundo ha salido ya. Una gran fila de luces nos indica que ya atacan las pendientes del Tacul, mostrándonos el camino a lo lejos . Son las 2:40 de la madrugada.
Descendemos desde el refugio al fondo del glaciar, y despacio nos aproximamos a la primera (gran) rampa, repartidos en 2 cordadas como ayer. Paso muy tranquilo al iniciar la subida, siempre mirando los talones del de
delante, y … poco a poco, despacio, vamos subiendo. Concentrados en el paso del guía, en lo que parece un suspiro – que son casi 2 horas- nos aproximamos al hombro del Tacul. Tras sobrepasar 1 serac de aspecto inquietante (lo vimos al descender, claro) a nuestra izquierda, y una pequeña grieta en un resalte, llegamos al hombro, bastante bien de fuerzas
(4.050 metros). Hacemos un pequeño descanso, y continuamos la aproximación hacia las primeras cuestas del Maudit. En su inicio es más suave, pero pronto llegamos a una nueva pendiente muy empinada, donde ya las piernas empiezan a sufrir. Justo empieza a clarear el día cuando al final de esa pendiente hay una pared de 60 metros de altura y gran inclinación (60 º), que es el punto más delicado de toda la subida, y donde se acumulan las
cordadas para subir de una en una. Como vamos algo más tarde, casi no hay nadie, y enseguida adelantamos a una cordada y nos ponemos a subir. El casco nos evita algún daño, porque no paran de caer trozos de hielo de los que están más arriba. Subimos con las puntas de los crampones y el piolet como apoyo, bien, pero el guía no está satisfecho, y nos deja unos minutos ahí mientras asegura la cuerda arriba en una reunión. Es el peor momento, los gemelos empiezan a arder de sujetar todo el peso con las punta de los crampones, el hielo no resulta cómodo para cambiar de postura, y viene otra cordada detrás, y nosotros sin avanzar. Por fin nos gritan que ya está asegurada, y subimos como gamos el tramo que nos queda.
Definitivamente hubiese sido mejor hacer la pared de un tirón, pero ya estamos en el hombro del Maudit (4365 metros). Las fotos son del descenso, por supuesto, en esos momentos no estábamos para fotos.
Tomamos otro breve descanso, especialmente para abrigarnos, porque desde este momento sopla un fuerte viento del noroeste que aumenta mucho la sensación de frío. Es mejor comenzar a andar cuanto antes. La aproximación al MontBlanc resulta rápiday la primera cuesta es para asustar, una pendiente como pocas hemos subido. Dice Pierre que una vez superada, el resto es coser y cantar.
Desde ahora pone un ritmo algo mayor al que hemos llevado, y pronto nos distanciamos de nuestra 2ª cordada. Subimos cómodos, sintiendo que la aclimatación aquí demuestra su valor. Una vez superada, queda un tramo largo y constante, algo menos inclinado, pero que el fuerte viento dificulta. Además se nos ha congelado el agua, menos mal que llevamos termos con té caliente dentro de la mochila. De nuevo la cabeza abajo, concentración en los pies del de delante, y a nuestro ritmo ideal, salvo para adelantar a un par de cordadas atascadas el paso de una grieta, donde Pierre acelera y casi nos saca el corazón por la boca. Al poco…. cima !!!!!! 4.810 metros
en 5 horas y 40 minutos, realmente bien de fuerzas, y exultantes de ánimo. Es una recompensa perfecta a la preparación y ganas que teníamos: losdelaocho.es en la cima de Europa Occidental. El intenso viento en la cima (50 km/h) no nos permite estar mucho rato disfrutando de la vista, ya a pleno día. Eso sí, llamamos a Eladio y a Antonio antes de bajar, para compartir el momento.
Debido al frío descendemos pronto y de un tirón para desandar lo tan trabajosamente andado. Pronto estamos en el hombro del Maudit, donde la situación es más complicada, porque hay bastante gente, algunos ya bajando y otros justo detrás de nosotros. Mientras Pierre nos asegura para bajar, unos alemanes se sujetan en la misma reunión para bajar rapelando. Y claro, bronca de nuestro guía, que nos lanza para abajo soltando cuerda mientras discute en francés/alemán. Es un tramo que en condiciones normales no sería difícil, pero por tanta gente bajando y subiendo a la vez, resulta estresante.
El resto del descenso es muy rápido y sin incidencias.
Peor es el final, porque del fondo del glaciar hay que subir al teleférico 200 metros de desnivel, y después de la paliza del día, es lo que menos apetece, pero al final no resulta tan duro.
Teleférico a Chamonix, coca-cola para despedirnos, y a descansar.
Esta ha sido la crónica de una experiencia para nosotros inolvidable, el reto del 2009 de losdelaocho que hemos conseguido, y disfrutado enormemente. Hemos aprendido con Pierre, hemos hecho montaña de un modo muy diferente al de los Pirineos, y hemos contado con el apoyo de todos nuestros compañeros de web para lograrlo. Gracias a todos, y Pierre, recuerda: “cuando el grajo vuela bajo, hace un frío del carajo”.
Mont Blanc . Siglo pasado
Queremos, como hicimos en el caso de Posets, rendir un sincero y cordial homenaje a los alpinistas que, con unos medios bastante precarios (la palabra «técnica» todavía no se empleaba para la ropa de montaña) hicieron valer su fuerza de voluntad llegando a la cumbre de esta preciosa montaña. Nos referimos esta vez a nuestro querido compañero Francisco Fuertes (alias «Pachi»), a quien puede verse en las dos siguientes fotografías que rememoran su gesta.